Descubre todo lo que necesitas saber acerca de los aludes, esos grandes movimientos de nieve que se producen en las laderas de las colinas y montañas durante el invierno y la primavera.

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Qué son los aludes
Para empezar vamos con el significado o definición del término alud.
Un alud o avalancha es un movimiento que desplaza grandes cantidades de nieve, normalmente con vegetación y sedimentos, y que se genera en las partes altas y medias de montes y montañas.
Aunque esta definición que habla de malezas y sustratos no es del todo cierta, ya que los aludes más débiles solo arrastran la parte superficial de la nieve.
Pero esto vamos a pasar a explicarlo en el próximo punto.
Tipos de aludes
Básicamente los aludes están clasificados en dos: superficiales y de fondo.
- Aludes superficiales. Este tipo de aludes solo mueven la parte más superficial del manto de nieve.
- Aludes de fondo. Estos aludes arrastran gran cantidad de sedimentos y vegetales, llevando consigo gran parte de las laderas de forma rápida y brusca.
Ahora que sabes esto, también se puede diferenciar en clases de aludes según su composición.
- Alud de nieve húmeda. Este tipo de alud se produce más habitualmente en primavera, cuando el sol calienta y la temperatura del manto nivoso comienza a subir. Suelen ser más lentos en su descenso por la ladera.
- Alud de nieve fresca. Este tipo de alud con efecto “bola de nieve” suele comenzar cuando una gran cantidad de nieve se desprende (ya sea por gravedad o sobrepeso) y comienza a arrastrar todo a su paso. Puede alcanzar grandes velocidades.
- Alud de nieve en placa. En este caso se trata de una gran y compacta placa de nieve que se desprende del resto, siendo los aludes más frecuentes en la montaña. El viento suele ser uno de los factores importantes que generan este tipo de placas.
Dicho esto, normalmente los aludes de primavera suelen ser menos peligrosos que los de nieve en polvo o de placa. Pero no siempre.
Cómo se produce un alud
En general los aludes se generan por una falta de estabilidad en el manto nivoso, así como la inclinación y el tipo de terreno en el que se encuentra la capa de nieve.
Además hay que tener muy en cuenta que factores externos como la lluvia, los cambios de temperatura o la fuerza del viento también son fundamentales a la hora de provocar un alud.
Un alud también puede producirse mediante las llamadas “sobrecargas”, producidas por esquiadores, snowboarders, explosivos, máquinas quitanieve o cualquier persona y/o vehículo que se salte la distancia de seguridad o las advertencias correspondientes.
Estas sobrecargas pueden ser débiles, si la persona o personas se mueven con cuidado y respetando la distancia impuesta o fuertes, ya sean una o varias personas o máquinas que no respetan la distancia de seguridad marcada.
Muchas veces son los propios esquiadores los que habitualmente suelen desencadenar las sobrecargas, ya sea por no respetar la distancia de seguridad o por ir en grupos grandes.
Riesgo de aludes
El riesgo de sufrir un alud está clasificado mediante una escala europea de peligro de aludes.

Esta escala o clasificación está dividida en cinco: débil, limitado, notable, fuerte o muy fuerte.
Cada una con su color correspondiente.
- Nivel 1: Verde (Débil). El manto nivoso o de nieve está bastante estabilizado. Solo hay peligro en laderas muy empinadas.
- Nivel 2: Amarillo (Limitado). Algunas laderas están estables en cuanto al manto de nieve se refiere, mientras que otras tienen su manto algo más inestable. Poca probabilidad de grandes aludes.
- Nivel 3: Naranja (Notable). Muchas laderas tienen su manto nivoso inestable. Podrían darse aludes de tamaño mediano o grande.
- Nivel 4: Rojo (Fuerte). La mayoría de laderas ofrecen un manto nivoso inestable.
- Nivel 5: Rojo-Negro (Muy fuerte). El manto de nieve es muy inestable. Pueden producirse varios aludes grandes o muy grandes.
Normalmente las áreas con peligro de aludes suelen estar señaladas en las zonas de riesgo, que normalmente cuentan con una altitud, tipo de terreno e inclinación especiales.
Se consideran laderas empinadas las que tienen una inclinación mayor de 30 grados, mientras que las que tienen una inclinación mayor a 40º se consideran como muy inclinadas o extremas.
Consejos y Conclusiones
Los boletines de riesgo de aludes elaborados por los nivólogos deben ser siempre tenidos en cuenta y ser seguidos a rajatabla.
Este boletín nivológico es fundamental a la hora de intuir o deducir a grandes rasgos donde están los mayores peligros de alud en la nieve.
El riesgo máximo de aludes suele encontrarse en laderas de entre 30º y 45º de inclinación, en el que la nieve se encuentra en un “equilibrio crítico” con la superficie.
Por lo general, a mayor altura mayor peligro, ya que suele nevar más y hacer más viento y frío pero tampoco debes olvidarte del peligro en cotas más bajas.
Si eres alpinista y estás en zonas de riesgo de aludes, debes llevar contigo un A.R.V.A. o Appareil de Recherche de Victimes d´Avalanches o Dispositivo de Búsqueda de Víctimas de Avalanchas.
Hay montañistas que también van equipados con sonda y pala.
- La sonda es una vara larga y plegable que es de gran utilidad a la hora de ser identificado por el personal de búsqueda.
- La pala es una de las mejores maneras de mover y escarbar nieve en una situación de peligro o riesgo.
Hasta aquí algunos de los consejos, curiosidades y características principales de los aludes en la montaña.